Está claro que, para muchas personas, los alimentos picantes agregan emoción y sabor a las comidas. Sin embargo, es importante consumirlos con precaución para evitar malestares.
Cada persona tiene un umbral de tolerancia al picante. Por eso, comenzá con cantidades pequeñas y gradualmente aumenta la cantidad para acostumbrar a tu cuerpo.
Otro elemento a tener en cuenta es que el agua no es efectiva para calmar el picante, ya que solo dispersa los aceites esenciales en la boca. En cambio, optá por lácteos como la leche o el yogur, que contienen caseína, una proteína que se une al capsaicin, el compuesto responsable del picante.
Si sentís que un plato está demasiado picante, acompañalo con alimentos neutros como arroz, pan o papas para equilibrar el sabor y reducir la intensidad del picante.
¡Y ojo con los ojos! La capsaicina puede permanecer en tus manos después de manipular alimentos picantes y causar irritación si te tocás los ojos. Lavate bien las manos con agua y jabón después de cocinar o comer alimentos picantes.
En cualquier caso, tené en cuenta que el exceso de alimentos picantes puede causar malestares estomacales, acidez o irritación digestiva. Consumilos con moderación y no exageres, especialmente si tenés un estómago sensible.
Finalmente, recordá que si tenés problemas de salud como úlceras gástricas, enfermedades del tracto gastrointestinal o alergias alimentarias, debés consultar con un profesional de la salud antes de incorporar alimentos picantes a tu dieta.