¿Por qué cuando vas a un control médico de lo primero que hacen es tomarte la temperatura? No es antojadizo. Y es que la temperatura corporal es uno de los indicadores más precisos del equilibrio interno del organismo. A continuación, te contamos por qué.
En la mayoría de los adultos sanos, la temperatura óptima ronda los 36,5°C a 37°C, aunque puede oscilar ligeramente según la hora del día, la actividad física o factores hormonales.
Por eso, más que un número fijo, es un rango que permite que las reacciones químicas del cuerpo funcionen con eficiencia: desde la actividad enzimática hasta el transporte de oxígeno y el funcionamiento del sistema inmunológico.
En todo caso, el valor responde a un delicado sistema de regulación dirigido por el hipotálamo, que actúa como un “termostato” interno. Cuando el cuerpo se enfría, activa mecanismos para conservar calor, como la vasoconstricción o el temblor muscular. Cuando se sobrecalienta, promueve la sudoración y la vasodilatación para liberar temperatura.
Con todo, factores como infecciones, estrés, consumo de ciertos fármacos o cambios hormonales pueden modificar temporalmente este equilibrio.
Así las cosas, una fiebre por encima de 38°C suele indicar que el sistema inmune está respondiendo a una amenaza, mientras que una temperatura por debajo de 35°C puede señalar hipotermia, una situación riesgosa.

