Una intervención experimental que combina la estimulación auditiva y eléctrica pulsante leve mostró potencial como un nuevo enfoque neurológico para el acúfeno, una condición a menudo debilitante y difícil de tratar.
«La estrategia de desincronización neuronal presentada aquí ofrece una nueva y accesible posibilidad de tratamiento para quienes presentan acúfeno», manifestaron los autores, dirigidos por la Dra. Susan Shore, PhD, del University of Michigan’s Kresge Hearing Research Institute en Ann Arbor, Estados Unidos.
El dispositivo, desarrollado por el equipo de University of Michigan, utiliza estimulación auditiva y somatosensorial bimodal dirigida, en la que los sonidos que se emiten al oído a través de auriculares insertados, se alternan con pulsaciones eléctricas leves precisamente sincronizadas en la mejilla, o el cuello.
Esta intervención está diseñada para «restablecer» la actividad de las células fusiformes que, ubicadas en la región dorsal del núcleo coclear del tallo cerebral, normalmente ayudan al cerebro a desconectar las sensaciones relacionadas con el movimiento de la cabeza y el cuello. Como los investigadores han informado previamente, dichas células están alteradas en el acúfeno.
Se realizó un estudio para evaluar la intervención en humanos, publicado en Science Translational Medicine, 20 personas con acúfeno fueron asignadas aleatoriamente en un diseño cruzado para recibir 4 semanas de sesiones diarias de 30 minutos, usando el dispositivo en casa, el cual estaba calibrado para la intensidad y el tono de los sonidos según los síntomas de acúfeno de cada uno de los pacientes, o a un tratamiento simulado que solo incluía sonidos sin estimulación.
Después de las 4 semanas, y un descanso de 4 semanas sin intervención, cada grupo se cambió al régimen de tratamiento alternativo.
En general, el tratamiento activo se asoció con disminuciones significativas en el volumen de los sonidos fantasmas (p < 0,05), evaluado de acuerdo con las medidas acumuladas en el software TinnTester, sobre qué tan ruidosos fueron los sonidos de acúfeno de los pacientes, mientras que no hubo mejora asociada al tratamiento simulado.
La intrusión del acúfeno y la calidad de vida también mejoraron con el tratamiento activo, con puntuaciones medias generales en el Índice Funcional de Acúfeno (TFI), que disminuyeron desde el valor inicial de 29,2 unidades, a 22,9, con puntajes menores, representando menos impacto del tinnitus.
Diez de los 20 participantes tuvieron reducciones de aproximadamente 13 puntos en el índice funcional de acúfeno durante el tratamiento, lo que se considera clínicamente significativo (el estudio se adjunta al final).
Dirigido a los mecanismos del acúfeno
Es importante destacar que los criterios del estudio requerían que los pacientes mostraran un componente somatosensorial de los síntomas de acúfeno, lo que aproximadamente 60% a 80% de los pacientes con acúfeno reporta, y es evidente en la capacidad de alterar temporalmente los síntomas con movimientos tales como apretar la mandíbula, sacar la lengua, o girar o estirar el cuello.
Estos síntomas sugieren la posibilidad de que una señal somatosensorial externa altere la actividad de las células fusiformes, explicó la Dra. Shore.
«Cuando las células fusiformes se vuelven hiperactivas y se sincronizan entre sí, la señal fantasma se transmite a otros centros donde ocurre la percepción», indicó.
«Si podemos detener estas señales, lograremos detener el acúfeno. Eso es lo que nuestro enfoque intenta hacer, y estamos animados por los resultados iniciales paralelos logrados en animales y humanos».
El estudio en humanos ayudó a validar los extensos estudios preclínicos. Todos han mostrado respuesta consistentemente solo con los dos estímulos alternantes, y no han mostrado mejora con la exposición únicamente a las pulsaciones de sonido.
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Fuente: Medscape

