Con la llegada de las fiestas, aumentan las reuniones familiares. Y eso puede propiciar que algunos conflictos que han sobrevolado a lo largo del año puedan encontrar terreno fértil para volver a estar sobre la mesa. Sin embargo, si el objetivo es pasar unas fiestas en paz, de disfrute y buena convivencia, hay algunas acciones que podemos intentar replicar y promover.
Un consejo es ajustar las expectativas: no existe la reunión perfecta y aceptar las diferencias ayuda a evitar frustraciones. Priorizar el clima de encuentro por sobre los detalles reduce el estrés y favorece una actitud más flexible.
Otro punto clave es elegir con cuidado los temas de conversación. Evitar discusiones políticas, económicas o conflictos del pasado puede prevenir momentos incómodos. Si surge alguna tensión, cambiar de tema con naturalidad o recurrir al humor suele descomprimir el ambiente. También es importante escuchar activamente y no interrumpir: sentirse escuchado baja el nivel de confrontación.
Repartir tareas antes del encuentro alivia cargas y evita reproches de último momento. Cocinar, poner la mesa o encargarse de la música puede ser una forma de incluir a todos. Respetar los tiempos y necesidades de cada persona, especialmente de niños y adultos mayores, también contribuye a una convivencia más armoniosa.
Como yapa, algo totalmente necesario: recordar el sentido de la celebración, que es compartir, agradecer y reencontrarse.
