Los tenemos allí, por encima de la nariz, todos los días, casi todo el día. Pero, ¿alguna vez te preguntaste cómo funcionan? Hoy nos proponemos conocer la ciencia detrás del mecanismo de los lentes.
Los cristales de los lentes funcionan modificando el trayecto de la luz que entra al ojo, corrigiendo errores refractivos para proporcionar una visión clara y nítida. Los errores refractivos, como la miopía, la hipermetropía, el astigmatismo y la presbicia, ocurren cuando la luz no se enfoca correctamente en la retina debido a la forma del ojo o la curvatura del cristalino natural.
Los cristales están diseñados para compensar estas imperfecciones de la visión mediante superficies curvadas que refractan la luz de manera específica.
En el caso de la miopía, donde la luz se enfoca delante de la retina, se utilizan lentes divergentes (cóncavos) que dispersan la luz, moviendo el punto focal hacia atrás, hasta la retina. Para la hipermetropía, donde la luz se enfoca detrás de la retina, se emplean lentes convergentes (convexos) que enfocan la luz hacia adelante.
En el caso del astigmatismo, donde la curvatura irregular de la córnea provoca múltiples puntos de enfoque, se utilizan lentes cilíndricos que compensan las diferencias en la refracción, alineando los puntos focales en la retina. La presbicia, una condición relacionada con la edad que dificulta el enfoque de objetos cercanos, se corrige con lentes bifocales o progresivos que ofrecen distintas potencias de refracción en diferentes partes del cristal.
Además, los cristales de los lentes pueden tener tratamientos adicionales para mejorar la calidad de la visión y la comodidad del usuario. Estos incluyen recubrimientos antirreflejos que reducen el deslumbramiento, tratamientos para bloquear la luz ultravioleta, y materiales de alta resistencia que protegen contra impactos. También existen lentes fotocromáticos, que se oscurecen al exponerse a la luz solar, proporcionando una protección adicional contra la luz brillante.
