Las llaves de nuestra casa, esas que usamos todos los días y que llevamos para todas partes con nosotros, pueden albergar una variedad de microbios y bacterias debido a la frecuente manipulación y exposición a diferentes ambientes. Y ojo, esto no es para alarmarte, pero sí para que lo tengas presente. Y actúes en consecuencia.
Las llaves pueden albergar bacterias como E. coli, Salmonella y Staphylococcus aureus, que pueden causar enfermedades gastrointestinales e infecciones.
Los virus como el rinovirus (causante del resfriado común) pueden sobrevivir en las superficies de las llaves y propagarse si tocamos las manos y luego tocamos la cara.
Además, los hongos, como el moho, pueden crecer en las llaves, especialmente en áreas húmedas, y causar problemas respiratorios en personas sensibles.
¿Qué hacer al respecto? Por un lado, el viejo y querido lavado de manos: la medida más efectiva para prevenir la propagación de microbios es lavarse las manos regularmente, especialmente después de tocar las llaves.
Además, podés usar desinfectante de manos o toallitas desinfectantes para limpiar las llaves con regularidad.
Evitá tocarte la cara, especialmente los ojos, la nariz y la boca, después de manipular las llaves antes de lavarte las manos.
Y si podés, mantené las llaves secas: la humedad promueve el crecimiento de hongos y bacterias.