Los antidepresivos son medicamentos diseñados para tratar la depresión y otros trastornos relacionados, como la ansiedad. Su función principal es corregir desequilibrios químicos en el cerebro que se asocian con estos trastornos. Pero, ¿cómo funcionan?
El cerebro está compuesto por billones de células nerviosas llamadas neuronas, que se comunican entre sí mediante sustancias químicas conocidas como neurotransmisores. Algunos de los neurotransmisores más importantes en la regulación del estado de ánimo son la serotonina, la dopamina y la norepinefrina. En personas con depresión, los niveles de estos neurotransmisores pueden estar desbalanceados, afectando el estado de ánimo, el sueño, el apetito y otras funciones.
Los antidepresivos actúan principalmente modulando la actividad de estos neurotransmisores. Existen diferentes tipos de antidepresivos, y cada uno actúa de manera un poco distinta.
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): estos medicamentos aumentan los niveles de serotonina en el cerebro al bloquear su reabsorción por las neuronas, lo que facilita una mayor disponibilidad de esta sustancia en las conexiones neuronales.
Inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN): como su nombre indica, estos fármacos actúan sobre dos neurotransmisores: la serotonina y la norepinefrina, aumentando su disponibilidad en el cerebro.
Antidepresivos tricíclicos (ATC): son una clase más antigua de antidepresivos que también bloquean la reabsorción de serotonina y norepinefrina, pero pueden afectar otros sistemas neurotransmisores, lo que puede generar más efectos secundarios.
Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO): estos antidepresivos inhiben una enzima llamada monoaminooxidasa, que descompone neurotransmisores como la serotonina, norepinefrina y dopamina, permitiendo que estos químicos permanezcan más tiempo en el cerebro.
Es importante recordar que los antidepresivos no funcionan de inmediato; suelen tardar varias semanas en empezar a mostrar sus efectos. Además, no son una «cura» para la depresión, pero pueden aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente cuando se usan junto con otras formas de tratamiento, como la psicoterapia. En cualquier caso, los psicofármacos deben ser indicados por un profesional y nunca automedicados.