Existen muchas definiciones sobre lo que es un ataque de pánico, probablemente todas correctas. Por eso, en esta oportunidad vamos a elegir una, que nos servirá cómo base para, en base a eso, hablar sobre cómo reconocerlo y cómo actuar.
Según afirma Carmelo Pelegrin, vocera de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), un ataque de pánico es un “periodo de intenso miedo caracterizado por un grupo de síntomas que aparecen rápidamente, alcanza un pico de intensidad en unos 10 minutos y, generalmente, no dura más de 30”.
¿Cuáles son esos síntomas de los que habla la especialista? Algunos de ellos pueden ser: palpitaciones o aumento de la frecuencia cardiaca; sudoración; sensación de ahogo o falta de aire; la impresión de atragantarse o dificultad para tragar; opresión o molestias en el tórax; debilidad; dolor de cabeza; náuseas o dolor de panza; mareos o desmayos; miedo a perder el control sobre uno mismo; temor a morir; percepción de entumecimiento u hormigueo; escalofríos o rubor intenso, entre otros.
Ahora, teniendo en cuenta este escenario, ¿qué podemos hacer si sufrimos estos síntomas?
Más allá de reconocer esta situación, y de consultar a un especialista, que tal vez indique algún tratamiento, ya sea con fármacos o terapia, entre otros, también existen mecanismos de autorregulación que puede practicarse para poner en marcha ante ataques de pánico.
A continuación, repasamos algunas herramientas que podemos aplicar:
-Reconocimiento: reconocer que se trata de un ataque de pánico y hacer consciente que, una vez que pase, no va a ocurrir nada terrible.
-Una cuestión matemática: recordar que, aunque parezca eterno, el episodio va a terminar y no va pasar de más de unos cuantos minutos.
-Buscar compañía o tomar aire: cuando suceda, se puede optar por decirle a alguien lo que se siente e intentar que su compañía distraiga; otra opción es salir a dar una vuelta y distraerse hasta que la intensidad de los síntomas disminuya.
-Respirar con calma: quizás optes por apelar al control de la respiración para calmarte. Y está bien. Pero hay que evitar la hiperventilación, que puede hacerte sentir peor.
Para eso, se recomienda respirar por la nariz y con el diafragma de la forma más pausada posible a pesar de la sensación de falta de aire.
Fuente: Cuidate Plus / Portal Salud
