Con el invierno ya instalado, también afloran las noches en las que nos cuesta dormir, ya sea por la nariz congestionada o por la tos persistente. En ese escenario, puede que apelemos a una vieja tradición para hacernos sentir mejor: las cremas mentoladas. Pero, ¿son realmente efectivas? ¿qué efecto tienen?
Las cremas mentoladas, como las que contienen mentol, alcanfor o eucalipto, son un recurso común para aliviar los síntomas de la tos. Se aplican sobre el pecho, la garganta o la espalda, y su efecto se basa principalmente en el poder del aroma.
Y es que el mentol produce una sensación de frescura que “engaña” al cerebro, generando una percepción de vías respiratorias más despejadas, aunque no actúe directamente sobre la causa de la tos.
Con esto, estas cremas no curan el resfriado ni eliminan virus, pero pueden aportar un alivio temporal, facilitando el descanso nocturno al reducir la sensación de congestión.
Algunos estudios sugieren que el uso de estos productos antes de dormir puede mejorar la calidad del sueño en niños con tos, aunque su efectividad no es universal.
No deben aplicarse en niños menores de 2 años, ni en zonas irritadas o cerca de mucosas. Tampoco se recomienda su ingesta porque puede ser tóxica.
