El 26 de marzo se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Cuello Uterino, un tipo de cáncer que en Uruguay, según datos a 2021 del Ministerio de Salud Pública (MPS), ocupa el tercer lugar de incidencia luego del cáncer de mama y el colorrectal.
A nivel mundial, en tanto, el cáncer de cuello uterino es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en las mujeres, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con una incidencia estimada de 604.000 nuevos casos y 342.000 muertes en 2020.
¿Por qué la importancia de las cifras? Porque en ellas radican las razones para apostar a la prevención. Especialmente en la cifra detrás del origen del cáncer de cuello uterino: más del 95% de los casos se deben a los virus de los papilomas humanos (VPH). “El cáncer de cuello uterino es, con mucha diferencia, la enfermedad más frecuente provocada por los VPH. Casi todos los casos de cáncer de cuello uterino pueden atribuirse a una infección por VPH”, dicen desde la OMS.
Pero, ¿qué son los VPH? Los virus de los papilomas humanos, en palabras de la OMS, se transmiten principalmente por contacto sexual y la mayoría de las personas se infectan poco después de iniciar su actividad sexual.
Aunque en el 90% de los casos se consigue eliminar la infección, los VPH no dejan de ser la causa de infección vírica más habitual del aparato reproductor. “La mayoría de las mujeres y hombres con actividad sexual contraerán la infección en algún momento de su vida, y algunas personas pueden tener infecciones recurrentes”, dicen desde la OMS.
“El cáncer de cuello uterino tiene la particularidad de que conocemos su historia natural desde antes de catalogarse como una enfermedad maligna, gracias a que conocemos el comportamiento de las infecciones por diferentes tipos de VPH”, apuntaba la ginecóloga Fernanda Nozar en su artículo publicado en la revista Tendencias en Medicina.
En ese sentido, Nozar explicaba además que “este hecho es lo que posibilita la capacidad para implementar medidas de prevención primaria, es decir antes de que la enfermedad este desarrollándose, así como medidas de prevención secundaria, es decir en etapas iniciales de la enfermedad y así evitar su evolución”.
Prevención y controles
“Los controles periódicos con ginecólogo, utilizar métodos de barrera en las relaciones sexuales, no fumar, la vacuna contra el HPV en las adolescentes y la realización del test Papanicolaou (PAP) son claves para prevenirlo”, dicen desde el MSP.
Así las cosas, queda claro que las diferentes medidas de prevención y controles son la clave para que este cáncer no se desarrolle o poder detectarlo a tiempo.
En ese sentido, se recomienda especialmente realizar el screening de cuello uterino con el estudio del papanicolaou (PAP) a partir de los 21 años y hasta los 69, cada 3 años, si las 2 primeras pruebas de PAP anuales fueron normales.
FUENTES: OMS, MSP, revista Tendencias en Medicina