Claro está que el olfato es el sentido más desarrollado de los perros. Eso hace que sea una de sus principales herramientas para conocer y entender el mundo. Por eso, estimularlo no solo los entretiene, sino que mejora su bienestar físico y emocional. A continuación, les proponemos conocer más sobre los llamados “juegos de olfato”, que fomentan la concentración, reducen el estrés y fortalecen el vínculo con sus cuidadores.
Una forma sencilla de empezar es el juego de búsqueda: esconder trocitos de comida o su snack favorito en distintos puntos de la casa o el jardín para que los encuentre guiado por el aroma.
También existen alfombras olfativas o esterillas con pliegues donde se ocultan premios; el perro deberá olfatear y usar su hocico para hallarlos.
Otra opción son los juguetes interactivos o puzzles perrunos, que liberan comida al moverlos o manipularlos con el hocico y las patas.
Los paseos pueden convertirse en ejercicios olfativos si se permite al perro detenerse a oler con calma su entorno. Para aumentar el desafío, se puede practicar el “rastreo”: esparcir un rastro de comida o un objeto con un aroma particular y animarlo a seguirlo hasta el premio.
Incorporar actividades de olfato a la rutina diaria ayuda a canalizar energía, prevenir comportamientos indeseados y potenciar la confianza del perro. Diez a quince minutos por día son suficientes.
