De causa desconocida, la rosácea es una afección inflamatoria de la piel que muy frecuentemente afecta a mujeres, en particular de tez blanca y mediana edad (de 30 a 50 años). También puede presentarse en hombres, afectándolos de forma más severa.
Es posible que una persona la desarrolle si se le enrojece la piel con facilidad o si hay casos de rosácea en su familia. Lo cierto es que se trata de una enfermedad benigna para la cual aún no existe cura, pero diferentes tratamientos pueden ayudar a paliar los síntomas.
Pero hoy nos proponemos abordar un aspecto en particular de esta afección: su impacto en la vida social y laboral. Y para eso, les compartimos un extracto de una nota publicada en nuestra revista hermana Hola Salud.
La rosácea se puede definir como una enfermedad social que estigmatiza. Diversos estudios han observado mayores índices de insatisfacción con la vida, dificultad en el día a día, mala percepción en general de su salud, niveles elevados de ansiedad o depresión y sentimientos de recibir escaso apoyo social en comparación con personas sanas.
Los episodios de enrojecimiento y apariencia engrosada e irregular de la piel, causados por esta enfermedad, suelen asociarse en la población con el abuso de alcohol. Esto determina un impacto negativo de la afección en la calidad de vida de quienes la padecen, fundamentalmente en el aspecto social y laboral.
Cuando la rosácea se presenta en personas jóvenes el impacto es mayor. La terapia actual ayuda a mejorar la apariencia de las personas afectadas, y en su mayoría esto repercute en sus interrelaciones laborales.