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«Es un gran mito que la partera solo asiste partos»

Eliana Martínez, directora de la Escuela de Parteras de Uruguay

Durante 2021, la Confederación Internacional de Matronas (ICM) —o parteras, como se le dice por estos lares— propuso conmemorar el Día Internacional de la Partera (5 de mayo) bajo la consigna “Los datos hablan por sí mismos: hay que invertir en las parteras”. Desde Portal Salud nos propusimos para este año tomar esa idea base y desentrañar su por qué: ¿por qué invertir en las parteras?

En diálogo con Eliana Martínez, magíster en Bioética y obstetra-partera egresada de la Escuela de Parteras de Uruguay, además de actual directora de esa casa de estudios, conversamos sobre el rol de las parteras, su práctica laboral diaria, la amplitud —quizás poco conocida— de su perfil y competencias, la vigencia de la profesión y los desafíos de trabajar con la responsabilidad de tener a su cuidado dos vidas: la de la mujer embarazada y la del bebé en camino.

Sebastián (S): Empecemos por lo más básico: ¿qué hace una partera? 

Eliana (E): El perfil de la partera es mucho más amplio de lo que se piensa. Se dice “partera” y se piensa en “asistir parto”; y en realidad, la partera tiene un perfil que se desempeña en los tres niveles de atención, forma parte de equipos multidisciplinarios, y trabaja también de forma autónoma, respaldada en el reglamento profesional que tenemos, que en su artículo número uno habla del libre ejercicio de la profesión. Hay colectivos de parteras que asisten partos en domicilio, y la partera es la única profesional idónea en el proceso del trabajo de parto y parto capacitada y reglamentada para ejercer libremente su profesión. 

S: ¿Cómo es el trabajo en los tres niveles de atención?

E: Abarca todo lo que son: policlínicas, la asistencia, la educación y la promoción en salud, en centros educativos, tiene una amplia formación en todo lo que es la integración de equipos; no solo para la asistencia en sí, sino todo lo que es la prevención y la promoción como equipos docentes; la preparación para el parto, que, según la reglamentación del Ministerio de Salud Pública, la obstetra-partera es la encargada de coordinar el equipo de preparación para el parto. Y toda su inclusión en las guardias obstétricas, guardias en sala, la asistencia al parto, todos los procedimientos inherentes al parto de bajo riesgo, como la episiotomía (la incisión para el parto), la sutura, la medicación de emergencia. Y a todo esto se suma la habilidad para prescribir: tenemos un amplio vademecum, que abarca gran parte de lo que implica nuestra asistencia, tanto tratamientos para enfermedades infecciosas, como es la sífilis, como para las patologías más frecuentes del embarazo, como las infecciones urinarias. Abarcamos toda la atención que tiene que tener la embarazada a lo largo de todo su ciclo

S: ¿Qué significó poder tener la posibilidad de indicar medicación, de tener el uso de un vademecum?

E: Fue un logro. Porque tanto en el Uruguay como en la mayor parte del mundo, o al menos en América Latina, solamente los doctores están habilitados para la prescripción de medicamentos. En el 2017-2018 tuvimos esa larga lucha y se nos habilitó, pero fue un proceso de muchos años. La profesional obstetra-partera egresa preparada con conocimiento de todo lo que es la fisiología en los que respecta al embarazo, pero también en relación a las patologías en el embarazo. En ese sentido, estamos preparadas para indicar medicación cuando es necesario. Tuvimos una larga lucha en demostrar la formación que tenemos y que se nos reconozca para poder estar habilitadas en pos del bien de la salud. Se nos habilitó a indicar métodos anticonceptivos y se amplió luego a antibióticos, suplementos vitamínicos y otros tratamientos que son de primera línea en nuestra profesión.

S: Puede que algunas personas piensen en “partera” y relacionen su trabajo solo con partos o mujeres embarazadas… pero, por lo que me decís, abarcan mucho más que eso.

E: Sí, exacto. El perfil se trabaja mucho durante la formación para que sea de promoción y prevención en salud. Todo lo que son aspectos en educación no solo a mujeres embarazadas sino también enfocado en adolescentes, a mujeres en el período de menopausia, también a niñas con el cuidado de salud e higiene. Se abarca todo lo que es el ciclo vital de la mujer. Es mucho más que solo en el período del embarazo.

S: La Escuela de Parteras está dentro de la Facultad de Medicina. ¿Cómo es la formación? ¿Cuánto dura el ciclo de estudio?

E: Nuestro plan de estudios actual establece que son cuatro años, que en la realidad terminan siendo cinco. Tanto es así que estamos trabajando en el nuevo plan de estudios, donde proponemos de una que son cinco años. La carrera de obstetra-partera tiene una carga de 7.000 horas de estudio. Esto se fue adaptando a los nuevos paradigmas de la enseñanza y de vida de los estudiantes, y se fue bajando hasta 5.450 horas, más o menos. Hay un gran componente, más de la mitad, de práctica clínica. La Escuela de Parteras es también una gran innovadora en lo que es el aprendizaje y evaluación de destrezas clínicas mediante simulación. La carrera, entonces, dura cinco años, con un gran componente de práctica, donde el último año es de práctica pre-profesional, que son cerca de 2.000 horas de práctica, un total de 44 horas semanales que las internas cumplen durante un año entero. 

«Abarcamos toda la atención que tiene que tener la embarazada a lo largo de todo su ciclo», dice Eliana Martínez

S: ¿La generación de este 2022, para tener una idea, de cuántos alumnos es?

E: Entraron cerca de 560 estudiantes. Pero somos una carrera sin cupos, y que tiene una parte común con otras carreras. Por eso, los que se inscriben no es el número real: ya en segundo vemos entre 100 y 200 estudiantes. Este año, por ejemplo, el segundo año tiene 180 estudiantes.

S: ¿Y alrededor de cuántas parteras hay activas o habilitadas en este momento?

E: Cerca de 900. De ese total, no sé cuántas están trabajando. Pero ese número de 900 es poco, no se llega a 1.000 parteras en todo Uruguay.

S: Por lo que me decías, la partera trabaja con otros profesionales de la salud. ¿Con quiénes, por ejemplo?

E: Pueden trabajar solas en un consultorio, en el primer nivel de atención. También articulando con la gente del primer nivel de atención, desde el equipo de enfermería, el equipo de medicina general, medicina familiar y comunitaria. Y en los otros niveles, con los ginecólogos y los anestesistas. Pero siempre estamos trabajando con otras disciplinas; por ejemplo, ahora estamos trabajando muy cerca con fonoaudiología, por el tema de la lactancia. También hemos descubierto nuestros puntos en común con la psicomotricidad por lo vinculado al recién nacido. Hay una amplia relación con otras profesiones. 

S: Antes de hablar específicamente del trabajo de la partera en el embarazo, me gustaría si pudieras mencionar dos actividades que puede hacer la partera y que, quizás, no se sepa tanto que las hace.

E: En policlínica, por ejemplo, puede asistir mujeres de todas las edades. Creo que es un gran mito eso de que la partera ve solo embarazadas. La formación habilita y da el conocimiento necesario para ver mujeres no embarazadas y que consultan, por ejemplo, por afecciones que nada tienen que ver con el embarazo, pero siempre en el perfil de la ginecología y la partería. Otra cosa importante es la partera en su rol docente y como investigadoras, generamos conocimiento y lideramos iniciativas sanitarias, además de asesoramientos al Ministerio de Salud Pública. También en gestión y administración de centros. Lejos es estar solo con las embarazadas.

S: Ahora sí, pensando en el trabajo durante el embarazo. La partera, de alguna manera, tiene una doble responsabilidad: por la mujer embarazada y por el bebé en camino. ¿Cómo es trabajar con eso?

E: En ese tema está el mayor estímulo que transmitimos a nuestras estudiantes para estudiar y para saber. Yo siempre menciono un ejemplo, muchas veces en las ceremonias de graduación, que es que un especialista de la medicina se especializa en un área del cuerpo, por decirlo de una manera. Y cura o resuelve, a eso se dedica un médico. Con los médicos que trabajamos que no son ginecólogos siempre mencionan que ellos están preparados para curar: que prefieren enfrentarse a un paro cardíaco y no a un parto. ¿Por qué? Porque en un parto, todo el mundo espera que todo venga bien. Y hay un montón de cosas que implican no hacer si no sabés. Entonces hay que tener conocimiento, capacidad, formación y entrenamiento para asistir un parto cuando algo se complica. El parto se da, y puede ocurrir en un patrullero, en la casa sin asistencia, cuando todo viene bien. Pero cuando algo se dificulta o se complica, hay que saber lo que hay que hacer. 

Y en nuestro trabajo, siempre hay que velar y controlar por el binomio madre-hijo. Eso conlleva un gran peso en la responsabilidad. En un control de embarazo, controlamos a la mujer y el feto. Y todo aquello que pueda tener la mujer y que pueda afectar al feto. O acciones que podamos tomar de prevención o promoción para la mamá para que repercuta de forma positiva en su bebé. Más allá de eso, sabemos que el embarazo tiene todo lo que es el proceso de la maternidad, que incluye también el parto y la crianza, y todo eso conlleva un gran componente emocional y psicológico, que de pronto no es tan así en otros ámbitos de la medicina. Por eso, nosotros también formamos a nuestras estudiantes en contemplar todo ese componente psicológico y ético. Estoy convencida de que nosotras tenemos un perfil especial de formación en lo ético, en el respeto a la asistencia, en la paciencia y en la empatía. No solo está incluido en la currícula sino que también es evaluado, y lo digo con orgullo. 

S: El embarazo y el parto, cualquiera de los dos, en las circunstancias que sean, son momentos únicos. Y eso implica una carga emocional. ¿Cómo es lidiar con eso? 

E: Un embarazo no siempre es bienvenido, no siempre es buscado o bien aceptado. Entonces hay un gran componente emocional. Y en otros casos sí es bienvenido. Siempre hay una carga emocional. Cuando es bienvenido, en esa mujer y en su familia hay toda una expectativa de que todo venga bien. Para nosotras, es una gran responsabilidad. Pero cuando no es bienvenido, también. Porque la partera muchas veces es el primer contacto que tiene la mujer ante la noticia de que está embarazada, porque por lo general hacemos los diagnósticos de embarazo o los descartamos, ante una consulta de retraso menstrual. También en el transcurso de velar durante ese proceso, puede pasar algo que no se esperaba. Vaya, entonces, si es una profesión compleja desde la responsabilidad técnica, pero también emocional y psicológica.

Más allá de eso, la partera tiene que estar preparada para la emergencia, en cualquiera de los niveles de atención. Y ahí hay que sacar lo emocional y los miedos, y acordarse de cuál es la dosis exacta ante, por ejemplo, una convulsión en el embarazo. Es una profesión tan noble y amplia… las parteras somos enamoradas de nuestra profesión. Estoy convencida de que todas las mujeres que son asistidas por parteras nos reconocen y nos valoran en nuestra profesión y en lo que sabemos. Pero, claro, hay una gran desinformación, aunque cada vez menos, sobre todo en el ámbito profesional, sobre lo que hace una partera. Por ejemplo, es diferente cómo trabaja en el interior del país que en Montevideo. En el interior, la partera es una referente en salud en la policlínica para las mujeres; pero, capaz en Montevideo, en una mutualista, no es tan así, quizás ni saben qué hace una partera.

S: ¿Por qué creés que se da esa diferencia?

E: Quizás es por una cuestión de recursos. Y por el perfil de amplia gama en la asistencia. Yo soy de Artigas, y soñaba con ser partera porque la partera del barrio era la que atendía a todas las mujeres, estuvieran o no embarazadas. La partera en el interior es referente. En una mutualista de Montevideo es diferente, porque está el ginecólogo, la licenciada en Enfermería, la médica de familia: hay un montón de profesionales, y eso quizás invisibiliza un poco el trabajo de la partera, que ahí está más enfocada en asistir partos y ver a mujeres embarazadas. Inclusive en muchas mutualistas las parteras no hacen control de embarazo, y eso es una lucha que tenemos que dar: sí o sí somos el profesional idóneo para hacer los controles de embarazo de bajo riesgo.

«En nuestro trabajo, siempre hay que velar y controlar por el binomio madre-hijo. Eso conlleva un gran peso en la responsabilidad», dice Eliana Martínez.

S: En el marco del embarazo, la partera puede trabajar en diferentes momentos, ¿no? En la previa, durante, también en el parto, en el puerperio…

E: En la preparación para el parto, la partera es la que coordina. En el primer nivel de atención, también atiende las consultas preconcepcionales, cuando la mujer empieza a pensar en estar embarazada. Luego hace el diagnóstico de embarazo, y controla todo el embarazo de bajo riesgo. Siempre teniendo la capacidad de derivar al especialista que corresponda cuando hay alguna alteración. Si todo viene bien, la partera hace el primer control y llega hasta asistir el parto, con toda la asistencia global. Y después va a seguir acompañando a la mujer en el posparto, en el puerperio, hasta darle el alta. Y la va a derivar al primer nivel de atención, donde otra partera le hará el seguimiento durante al menos un año de control, donde se verá su estado emocional más allá de la evolución biológica, y también la lactancia. Todo eso hace la partera.

S: Por lo que me decís, ser partera parece entrar dentro de esas profesiones en las que se dice que sí o sí se necesita vocación. 

E: Totalmente. Cada vez me convenzo más de que a esta carrera y a esta profesión muchas llegan por vocación de servicio, al acompañar a una mujer en ese momento tan especial como es el parto, eso es lo que nos mueve. Después, cuando conocen la profesión, se abre el abanico. Pero la vocación en sí es el acompañar, el ver, el apoyar, y el poder asistir en ese momento tan especial como es el esperar un hijo y el nacimiento. Nos vamos enamorando cada vez más de la profesión. Pasar al lado de una mujer catorce horas en trabajo de parto, acompañando su dolor y teniendo paciencia, son muchas emociones intensas. Y nosotros estamos ahí, y eso también nos toca a nosotras. También vivimos la presión de la familia: el nacimiento es un acto familiar y social, y está buenísimo que así sea, pero implica que todos estén esperando ese momento. Eso lleva un grado de responsabilidad.

S: En eso de la desinformación, los mitos, o las diferencias entre Montevideo y el interior, podríamos decir que hay cierto prejuicio de que la profesión de la partera no es algo vigente, que aquello de “¡vayan a buscar a la partera!” es de otro tiempo, de campaña. ¿Por qué puede que perdure esa idea?

E: Este año, en la ceremonia de graduación hablé un poco de la historia de la profesión. La partera existió desde que existió la humanidad. Siempre estuvo al lado de una mujer otra mujer dando apoyo, acompañando, ayudando durante el proceso. Al principio, por amor y cariño. Después, por experiencia, y a esas mujeres las llamamos parteras empíricas, como en campaña. Luego, se empezaron a formar. Algo que hay que destacar es que cuando empezó la profesión médica en nuestro país, empezó la profesión de partera: en 1874, si no me equivoco, fue cuando se instaló en Uruguay la Facultad de Medicina, y allí la carrera de obstetra-partera. Como la carrera de obstetra-partera es más corta, la primera egresada de la Facultad de Medicina del Uruguay fue una partera. Así se hizo científico y profesional el rol de partera. O sea que el rol de la partera responde también a la evolución de la historia. Con el tiempo, la medicina se fortaleció, el parto se institucionalizó y medicalizó, y fue cambiando la asistencia al parto, teniendo más un peso médico que fisiológico o natural. Eso nos jugó en contra en la capital. Mientras que en el interior no se concibe que una partera no asista un parto. Creo, entonces, que influye lo cultural en esa idea que me planteás. 

S: Con este panorama, y pensando en las 900 parteras habilitadas en Uruguay. ¿Qué podemos decir de su situación laboral? 

E: No sabría decirte datos, porque estoy más en el área de formación. Si bien hay mucho campo para la partera, por todo lo que abarca la profesión, también han crecido otros colectivos, como el de medicina general o comunitaria, que también se encargan de lo que es el proceso. Eso puede que acote un poco nuestro campo, según mi visión personal.

S: ¿Y desde la academia cómo se transmite eso a los estudiantes? ¿Cómo se les habla de su futura inserción laboral?

E: Creo que la vocación nos bloquea un poco todo lo que es el después, el cómo vamos a ejercer y dónde. Más allá de la formación amplia, cada partera se perfila. Hay parteras con perfil docente, otras con perfil comunitario. Hay compañeras que van hacia la línea independiente, y ahí hay un montón que no se institucionalizan y que forman grupos de preparación para la maternidad, para el parto, el acompañamiento de la mujer. Desde ahí, creo que siempre hay trabajo. Desde el libre ejercicio, hay muchos recursos para ejercer la profesión. Siempre tenemos cómo aportar a la sociedad, y deberíamos tener trabajo; siempre y cuando se valore nuestro trabajo y se visibilice lo que hace una partera, para que se la pueda poner en los lugares para los que está preparada, a ella y no a otro profesional. También es una profesión en la que somos celosas, pero que se superpone con otros profesionales, y eso repercute negativamente. Pero hay que tener presente que, por ejemplo, una licenciada en Enfermería no tiene la formación específica para controlar un trabajo de parto. También está la figura de la doula, sobre la que se habla mucho, que no tiene la formación en obstetricia y partería, no tiene las mismas capacidades y habilitaciones que tiene una partera, pero se suelen confundir los roles. 

S: En base a lo que hemos hablado sobre la práctica profesional diaria, comentamos, por ejemplo, la responsabilidad de atender al binomio madre-hijo. ¿A qué otros desafíos se enfrenta la partera? 

E: Tenemos los desafíos del saber, del conocimiento, de estar atentas para identificar cualquier alteración y actuar de forma oportuna. Controlar que las mujeres que vemos en una mañana de control de embarazo en policlínica vengan bien y que no se nos pase ni un detalle que pueda costar una alteración en ese proceso. Si aumentamos la complejidad, tenemos que estar preparadas para asistir una emergencia, como te decía: en un parto normal, por ejemplo, puede advenir una hemorragia posparto y hay que estar preparados y saber hacer. Hay que estar preparadas en conocimiento y en entrenamiento porque hay alteraciones que pueden costarle la vida a la mujer. También tenemos que tener el cuidado de cómo hablamos y cómo nos referimos, y qué transmitimos. Estamos convencidas de lo que significamos para las mujeres que asistimos: somos esa voz que muchas veces es la que consuela, apoya, da respaldo. Y eso es muy lindo, pero conlleva una responsabilidad ética, moral y profesional. Es un desafío diario brindarse con profesionalismo, ética y empatía. Y si tuviera que hablar de lo malo, pero que es propio de la profesión y algo en lo que estamos trabajando a nivel educativo, es prepararse para dar malas noticias y sobrellevarlas. Porque cuando algo viene mal, pensemos en el extremo de una muerte neonatal, eso choca horrible y le hace mucho daño a la familia, pero también a nosotras, que estuvimos atrás acompañando el proceso. Personalmente nos llega. Estuvimos tanto acompañando el proceso que nos hacemos parte del momento. Esos sentimientos son tan intensos como los lindos.

S: ¿Y desde el otro lado, de ese de los momentos lindos, qué destacarías de ser partera?

E: Hay muchas cosas lindas, siempre es más lo bueno. La partera se va a la casa con una sonrisa cuando, por ejemplo, recibe en el consultorio a la madre con el bebé luego de haberla controlado durante todo el embarazo: eso es una satisfacción indescriptible. O cuando asistimos el parto y podemos poner al bebé en el pecho de su mamá y llora, y se da ese momento mágico y único, de esa conexión; ahí uno pasa a ser externo a ese momento, te quedás con los guantes apreciando ese momento mágico. Es indescriptible. La profesión nos da la posibilidad de sentir el nacimiento de una persona cuando todavía viene con el calorcito de adentro de su madre: y eso es maravilloso. 

S: Pensando en el disparador de esta nota: ¿qué le dirías a tus colegas en el marco del Día Internacional de la Partera?

E: Que nos unamos como colectivo. Que seamos unidas. Que sigamos trabajando en pos de la profesión. No es lo mismo que cada una aporte su granito sola a que se aporte desde el colectivo. También que seamos solidarias entre nosotras como profesionales, como mujeres. Así como pregonamos la empatía y lo que es bueno para las mujeres, que también lo apliquemos para nosotras como colectivo de obstetras-parteras hacia nosotras. Para poder fortalecernos y trabajar en todo lo que nos falta. Que nos unamos para ir haciendo historia e ir recuperando lugares perdidos y fortaleciendo los lugares en los que estamos.

S: ¿Y un mensaje para la sociedad en general, pensando en resumir lo que hablamos? ¿Qué reivindicarías de la partera?

E: Que la partera es la profesional de la salud que tiene la idoneidad ética, moral y técnica para llevar todo el proceso fisiológico normal de la etapa preconcepcional, de embarazo, de parto y de acompañamiento a la crianza.

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