A veces ir por otro camino es una forma de llegar a donde en realidad queremos llegar. Ese razonamiento aplica a la ciencia y a la medicina. Por eso, ¿qué pasaría si para ahondar en nuevos conocimientos sobre la salud humana estudiamos a unos parientes cercanos? ¡Los chimpancés
Nuestros parientes evolutivos más cercanos comparten aproximadamente el 98,7% del ADN con los seres humanos. Esta similitud genética ha convertido su estudio en una valiosa fuente de información para la ciencia, especialmente en el ámbito de la salud. Observar su comportamiento, fisiología y genética permite comprender mejor el origen de enfermedades humanas y encontrar nuevas vías para prevenirlas o tratarlas.
Por ejemplo, estudiar a los chimpancés es útil para el caso de investigaciones sobre enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, ya que también pueden desarrollar acumulaciones de proteínas similares a las observadas en pacientes humanos.
Además, al analizar su resistencia natural a ciertos virus, como el VIH o la hepatitis C, los científicos buscan claves para desarrollar tratamientos más eficaces en humanos.
El estudio del microbioma intestinal de los chimpancés también ofrece información sobre el impacto de la dieta y el ambiente en la salud metabólica e inmune.
Y su comportamiento social y emocional ayuda a entender mejor trastornos psicológicos humanos como la depresión, la ansiedad o el estrés postraumático.
Si bien el uso de chimpancés en experimentación está limitado por razones éticas, su observación en hábitats naturales o santuarios sigue abriendo puertas al conocimiento médico.
