Llegan los últimos días del año y es normal ver que la gente comienza a hacerse preguntas, a mirar en retrospectiva, a repasar lo vivido en el período que se cierra. Esto puede traer nostalgia, sí, pero también es un ejercicio que puede ser bueno para nuestra salud mental. ¿Por qué? ¿Qué beneficios trae hacer un balance? Lo repasamos a continuación.
Hacer un balance personal puede ser una herramienta poderosa para cuidar nuestra salud mental. Y es que este ejercicio nos permite reflexionar sobre lo vivido, identificar logros, aprendizajes y desafíos superados, y tomar consciencia de nuestro crecimiento.
Reconocer los éxitos, por pequeños que sean, fortalece nuestra autoestima y nos motiva a seguir avanzando. En la misma línea, aceptar las dificultades nos permite aprender de ellas y liberarnos de la culpa o el resentimiento. Este proceso de autoevaluación fomenta la claridad mental y nos da una base sólida para fijar metas realistas y significativas para el próximo año.
Además, reflexionar sobre lo positivo y lo negativo del año reduce la ansiedad y nos ayuda a construir una narrativa personal más equilibrada, evitando caer en pensamientos catastróficos.
Con esto, el balance de fin de año no solo nos permite crecer, sino que también actúa como un descanso emocional para empezar el nuevo ciclo con energía renovada.
Más allá de ser un simple repaso de eventos, el balance de fin de año nos ayuda a cerrar ciclos, algo crucial para sentirnos emocionalmente en paz.