El virus de la varicela-zóster es el agente causal tanto de la varicela como del herpes zóster, también conocido coloquialmente como “culebrilla”. Se puede presentar también con manifestaciones más graves, particularmente en personas con un sistema inmunitario debilitado. A continuación, un artículo del Dr. Stefano Fabbiani escrito para nuestra revista hermana Hola Salud.
El virus de la varicela-zóster o virus del herpes humano tipo 3 recibe este nombre porque es el agente responsable de la varicela y el herpes zóster. Generalmente, el primer contacto con el virus ocurre durante la infancia y se manifiesta como varicela, cuando el síntoma más característico es la erupción de la piel con picazón y ampollas que luego se convierten en costras.
Si la primera infección ocurre en adultos, la enfermedad tiende a ser más grave y prolongada, con mayor riesgo de complicaciones como neumonía o encefalitis (inflamación del cerebro). Pasada esta infección, el virus migra por las terminaciones nerviosas desde la piel y se aloja en los ganglios nerviosos (agrupaciones de neuronas que reciben y transportan información sensorial hacia el cerebro), donde queda latente, reapareciendo en la piel en determinadas situaciones y dando lugar al denominado herpes zóster.
La transmisión del virus se produce por gotitas respiratorias o contacto con las lesiones de la piel, siendo una de las enfermedades humanas más contagiosas. El período de incubación de la varicela varía entre 10 y 21 días, es contagiosa de uno a cuatro días antes de la erupción cutánea y hasta que todas las lesiones cutáneas vesiculares se hayan secado.
Forma de presentación del herpes zóster
Como se mencionó previamente, el herpes zóster representa una reactivación del virus en el huésped. Tras la primera infección, este se replica dentro de los ganglios nerviosos, cuando la inmunidad no puede controlarlo, desde donde viajan a través del nervio hasta la piel, generando el herpes zóster. Es por este motivo que las lesiones en la piel forman un trayecto desde la columna hacia adelante siguiendo el nervio, asemejándose a una serpiente, razón por la que surge su nombre popular “culebrilla”.
El síntoma más clásico es la sensación de picor o dolor en un territorio cutáneo (preferentemente en el tórax, abdomen o muslos). De cuatro a cinco días se presenta un enrojecimiento de la piel en esa zona sobre la que brotan unas vesículas que se disponen agrupadas. Durante esta fase las lesiones son altamente contagiosas, dado que el virus se encuentra dentro de las vesículas.
La frecuencia de presentación de esta enfermedad y su gravedad son mayores en individuos que se encuentran inmunosuprimidos, ya sea por estar en tratamiento con quimioterapia o radioterapia o por utilizar medicamentos inmunosupresores como los pacientes trasplantados. También se incluyen en este grupo las personas con VIH-SIDA y las que presentan cáncer u otras enfermedades que determinen una situación que compromete las defensas. Sin embargo, también es frecuente en personas con una inmunidad competente en situaciones de debilidad, cansancio o períodos de estrés.
En general es un cuadro autolimitado que se resuelve espontáneamente en una o dos semanas. En algunos pacientes puede persistir un dolor de tipo nervioso como quemazón, de duración variable, que se debe a la inflamación de los nervios afectados por el virus, denominada neuralgia postherpética.
Ocasionalmente puede presentarse con cuadros más graves, en especial en pacientes con otras enfermedades crónicas (particularmente diabetes) o con depresión o supresión de su inmunidad.
Tratamiento del herpes zóster
El tratamiento del virus es con antivirales por vía oral, del tipo aciclovir o su derivado valaciclovir, que bloquean la replicación viral. Debe iniciarse lo antes posible, idealmente durante el período previo a la aparición de vesículas o ante las primeras, debido a que su eficacia es mayor dentro de las 72 horas. El tratamiento reduce la gravedad, la duración de la erupción y la tasa de complicaciones graves, y puede reducir también la incidencia del dolor posterior.
Ambos antivirales tienen la misma eficacia. Valaciclovir tiene una mejor disponibilidad, por lo que se puede administrar menos veces en el día, mejorando su tolerancia. Se pueden utilizar antisépticos en crema para evitar la sobreinfección de las lesiones.
La neuralgia postherpética, en caso de presentarse, puede ser tratada mediante analgésicos y, si no mejora, pueden utilizarse otros medicamentos que disminuyen la actividad de los nervios como antiepilépticos o antidepresivos.

