Quizás hoy pueda parecernos una imagen del pasado. Sin embargo, también debemos aprender de lo vivido y quedarnos con aquello que tuvo buenos resultados. ¿De qué estamos hablando? Del uso de la mascarilla, barbijo o tapabocas.
Usar una mascarilla durante un resfriado o gripe no solo es una medida de cortesía hacia los demás, sino también una forma eficaz de proteger tanto a quienes te rodean como a ti mismo.
Cuando estás enfermo, tu cuerpo está produciendo y liberando el virus a través de gotículas respiratorias al toser, estornudar o incluso hablar. Estas gotículas pueden contener virus contagiosos que pueden propagar la enfermedad a otras personas en tu entorno.
El uso de una mascarilla ayuda a contener estas gotículas y reducir la dispersión de virus en el aire, disminuyendo así el riesgo de que otras personas se infecten. Además, al usar una mascarilla también te protegés a ti mismo al reducir la exposición a las gotículas respiratorias de otras personas que podrían estar infectadas. Esto es especialmente importante si estás en contacto cercano con personas vulnerables, como niños pequeños, ancianos o personas con sistemas inmunológicos comprometidos.
Esto es especialmente relevante en entornos donde hay una alta concentración de personas, como en el transporte público, consultorios médicos o lugares de trabajo.
Por eso, no importa si no se trata del Covid-19: si estás engripado, usá mascarilla.