Este 10 de setiembre se conmemora a nivel internacional el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, un problema de salud pública de gran magnitud, con más de 700.000 muertes registradas cada año en el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se reconoce que por cada suicidio consumado, existen muchos más intentos, lo que refleja la urgencia de implementar estrategias integrales de prevención desde el sistema sanitario y el colectivo médico (WHO, 2023).
La Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, por su sigla en inglés) y la OMS señalan que la prevención requiere un abordaje multisectorial, en el que los equipos de salud cumplen un rol central. En particular, los médicos y otros profesionales de la salud constituyen el primer punto de contacto para identificar factores de riesgo, brindar apoyo inmediato y derivar adecuadamente a los pacientes (IASP, 2024; OPS, 2022).
Medidas desde el colectivo médico
Los médicos deben ser capacitados para detectar signos de riesgo suicida, como rumiación con pensamientos autodestructivos, ideación persistente, cambios conductuales abruptos, antecedentes de intentos previos, presencia de trastornos psiquiátricos o consumo problemático de sustancias. La formación en entrevista clínica, empatía y escucha activa resulta fundamental (Nock et al., 2019).La integración de la salud mental en la atención primaria es una estrategia clave. Los médicos de familia, internistas y pediatras están en una posición privilegiada para identificar casos de riesgo y derivarlos a psiquiatría o psicología de manera oportuna. Además, se recomienda la aplicación de escalas estandarizadas de tamizaje en consultas generales, especialmente en población adolescente y adultos jóvenes, que representan un grupo de alta vulnerabilidad (NCBI, 2021).
Medidas desde el sistema sanitario
El sistema sanitario debe garantizar accesibilidad a servicios de salud mental, promoviendo la equidad y reduciendo las barreras económicas, geográficas y culturales. La creación de líneas telefónicas de ayuda 24/7, servicios de telemedicina y consejería en crisis han demostrado efectividad en la reducción de intentos suicidas (PAHO, 2022).
Asimismo, los hospitales y centros de salud deben contar con protocolos de actuación frente a la urgencia suicida, incluyendo unidades de emergencia con personal entrenado y programas de seguimiento post-alta. Este último aspecto es crítico, ya que el período posterior a un intento de suicidio representa un momento de alto riesgo de recurrencia (WHO, 2023).
El sistema de salud también debe trabajar en coordinación con el sector educativo, judicial y comunitario para generar redes de apoyo. La inclusión de campañas de sensibilización y la promoción de un discurso libre de estigma son esenciales para fomentar la búsqueda de ayuda (IASP, 2024).
Conclusiones
El suicidio es prevenible si se implementan medidas coordinadas y sostenidas. El colectivo médico tiene la responsabilidad de detectar, acompañar y derivar a tiempo, mientras que el sistema sanitario debe garantizar accesibilidad, continuidad de cuidados y políticas públicas sólidas. Invertir en prevención del suicidio no solo salva vidas, sino que también fortalece los sistemas de salud y la cohesión social.
Referencias consultadas
– World Health Organization (WHO). Suicide. 2023. Disponible en: https://www.who.int/campaigns/world-suicide-prevention-day
– Pan American Health Organization (PAHO). Suicide prevention. 2022. Disponible en: https://www.paho.org/es/temas/prevencion-suicidio
– International Association for Suicide Prevention (IASP). World Suicide Prevention Day. 2024. Disponible en: https://www.iasp.info/wspd/
– Nock MK, et al. Suicide and Suicidal Behavior. Epidemiol Rev. 2019.
– National Center for Biotechnology Information (NCBI). Suicide Prevention Strategies. 2021. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK540128/

