Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la deficiencia de hierro se considera el primer desorden nutricional en el mundo. El hierro es fundamental para nuestro organismo ya que participa de múltiples procesos metabólicos, especialmente en la formación de la hemoglobina (Hb) contenida en los glóbulos rojos.
La hemoglobina es el principal transportador de oxígeno a los tejidos y es además esencial para la síntesis del ADN, la respiración celular y para que se lleven a cabo reacciones metabólicas claves, así como para un adecuado funcionamiento del sistema inmunitario, de ahí la importancia del hierro, cuyo déficit además provoca que aparezca anemia, enfermedad que afecta a más del 30% de la población mundial.
Los niveles normales de hierro en sangre, es decir, el hierro circulante, oscilan entre 50 y 150 mg/dl. También interesa conocer cuáles son los depósitos de hierro, mediante la ferritina, principal proteína de almacenamiento de hierro, siendo sus concentraciones normales de 15 a 300 ng/mL. En ausencia de inflamación, es el test que mejor se correlaciona con los depósitos de hierro (1 ng/mL = 8 mg de hierro).
¿Quiénes y por qué tenemos los niveles bajos?
El déficit de hierro y la anemia se dan principalmente en mujeres. Las causas son variadas y van desde una mala alimentación (dieta vegetariana muy estricta, no consumir carne roja), consumir medicamentos que impidan su absorción, estar embarazada o tener insuficiencia para absorber hierro, que se debe principalmente a pasar por una cirugía intestinal o a enfermedades del intestino, como la enfermedad de Crohn o la enfermedad celíaca.
La dieta occidental normal contiene unos 15-20 mg de hierro, de los que diariamente son absorbidos de 1 a 2 mg. Son alimentos ricos en hierro las legumbres, carnes rojas, pescado y huevos. Además de que los alimentos sean ricos en hierro es importante que la absorción que se puede alcanzar sea buena y así puede oscilar el 1-5% de los vegetales y el 20-30% de las carnes y pescados.
Sin embargo, la causa principal del déficit de hierro y de la anemia es la pérdida de sangre. En los países desarrollados se debe principalmente a pérdidas menstruales en las mujeres premenopáusicas y al sangrado digestivo en los hombres y las mujeres posmenopáusicas.
Ambos coinciden en que si las causas de la pérdida de sangre son ginecológicas o están vinculadas exclusivamente a la mujer, la menstruación, el parto o el aumento de las necesidades de hierro durante el embarazo suelen ser los principales motivos.
Respecto al sangrado digestivo, indican que puede deberse a una úlcera sangrante, un pólipo en el colon o un cáncer del colon, esofagitis o toma de antiinflamatorios, entre otros.
Por último, el sobreesfuerzo deportivo también puede ser una causa de este descenso de los niveles de hierro.
¿Qué síntomas notamos cuando tenemos el hierro bajo?
Para la OMS, la carencia de hierro y la anemia reducen la capacidad de trabajo de las personas, e incluso de poblaciones enteras, conduciendo a graves consecuencias económicas y obstaculizando el desarrollo de los países.
Si nos centramos en los síntomas generales que podemos notar cada persona, puede aparecer cansancio, astenia, taquicardia, sensación de falta de aire, palidez, dolor precordial, calambres e hipotensión.
Los síntomas más habituales son cansancio, debilidad e intolerancia al ejercicio. Lo más frecuente es que la persona presente palidez cutáneo-mucosa (de la conjuntiva, cara y palmas de las manos). Si la anemia es moderada-grave, puede haber caída de pelo, fragilidad de las uñas, sudoración, inflamación de la lengua, lesiones en los labios, irritabilidad, disminución de concentración, trastornos del sueño, dificultad respiratoria y deterioro general.
Debido a que los síntomas son comunes a muchas otras enfermedades, las personas no suelen consultar al médico hasta que es muy florida la sintomatología, por lo que se recomienda acudir al médico ante menstruaciones muy abundantes o frecuentes, o ante la presencia de cansancio sin explicación aparente.
¿Qué puede ocurrir si tengo falta de hierro?
Las principales complicaciones que conlleva son complicaciones del embarazo, problemas de desarrollo físico y cognitivo, mayor riesgo de morbilidad en los niños y reducción de la productividad laboral en los adultos.
La anemia en los países en desarrollo puede ser responsable de un 20% del total de muertes maternas y de múltiples complicaciones durante el embarazo, incluyendo un mayor riesgo de retraso en el crecimiento, ceguera, enfermedades graves, disminución del rendimiento cognitivo, defectos espinales y cerebrales. La anemia en el embarazo también aumenta el riesgo de aborto involuntario, mortalidad neonatal y bajo peso al nacer aumentando así el riesgo de mortalidad infantil, así como complicaciones en el parto causando hemorragias que corresponden a un aumento del riesgo de depresión y mortalidad materna.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar el médico debe diagnosticar si existe anemia mediante un hemograma. El siguiente paso es buscar la causa de la anemia.
Además de tratar la causa, debe aportarse hierro puesto que existe un déficit del mismo. Ningún alimento contiene suficiente concentración de hierro por lo que se hace necesario indicar tratamiento farmacológico con alguno de los múltiples preparados existentes en el mercado. Este tratamiento deberá mantenerse hasta tres meses después de normalizados los valores.
Respecto a la alimentación, tiene que incluir carnes, pescados, huevos, legumbres, etc., evitando dietas vegetarianas estrictas. También hay que realizar tratamiento preventivo en aquellas situaciones conocidas que van acompañadas de dificultades de absorción como ocurre con los pacientes en hemodiálisis, operados del estómago o con problemas de malabsorción o los que presentan pérdidas aumentadas como se produce en los casos de menstruaciones muy abundantes.
Es importante también realizar adecuadamente el tratamiento, como por ejemplo en el caso del sulfato ferroso, donde es conveniente tomarlo en ayunas con vitamina C para facilitar su absorción y durante 3 meses más, después de haber alcanzado los valores de normalidad.
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