Del 24 al 30 de abril del corriente año se celebra la Semana Mundial de la Inmunización, que tiene por objetivo destacar la necesidad de actuar de forma colectiva y promover la vacunación para proteger contra las enfermedades a las personas a nivel mundial.
El principal fin de la Semana Mundial de la Inmunización es que un mayor número de personas, y sus comunidades, estén protegidas frente a enfermedades prevenibles mediante vacunación. La inmunización ha salvado 6 vidas por minuto desde 1974 y protegen contra más de 30 enfermedades potencialmente mortales.
Las vacunas son productos biológicos utilizados para lograr inmunización activa artificial. Constituyen una herramienta de prevención primaria de gran utilidad en el control de enfermedades inmunoprevenibles. Deben ser eficaces, efectivas y conferir inmunidad a largo plazo (memoria inmunológica), con bajo riesgo de producir reacciones adversas.
Algunas vacunas inducen alto grado de protección contra la enfermedad durante toda la vida, mientras que otras brindan protección parcial, requiriendo varias dosis de refuerzo (booster) para permitir mantener la inmunidad adecuada.
La inmunización activa se produce tras la administración de un microorganismo (entero o parte de él), que actúa como antígeno, generando en el organismo una respuesta similar a la que se produciría por la infección natural, generando respuestas humoral y/o celular.
La exposición por primera vez a un antígeno (Ag) genera una respuesta inmune primaria en base a inmunoglobulina de tipo M (IgM), con un pico a los 5 y 14 días; luego se produce una respuesta de tipo IgG y/o IgA con un pico a las 2 a 8 semanas. Ante una reexposición al mismo antígeno, se produce una respuesta secundaria en la cual la IgG y/o IgA aparecen antes, a los 3-5 días con mayor titulación de IgG e IgA y menor IgM. En esta respuesta secundaria participan las células T activadas. En reiteradas exposiciones subsecuentes, como en las dosis de refuerzo, los títulos de anticuerpos (Ac) se elevan aún más, hasta alcanzar una meseta.
Las vacunas se clasifican según los microorganismos contra los que confieren inmunidad (vacunas bacterianas, virales) y según su origen, basadas en microorganismos vivos (atenuados), inactivados o subunidades de los mismos.
· Vacunas a microorganismos vivos atenuados: producidas con microorganismos que han perdido su virulencia tras pases sucesivos por medios de cultivo, pero conservan su antigenicidad. Provocan una respuesta intensa con gran contenido de anticuerpos y mayor persistencia. Suele ser suficiente una sola dosis para proteger de por vida, aunque se recomienda en general una segunda dosis para corregir posibles fallos primarios. La inmunidad que generan estas vacunas puede ser interferida por anticuerpos circulantes de cualquier fuente (transfusiones, transplacentarios) y puede disminuir la respuesta vacunal, p.ej: vacunas contra el sarampión o varicela.
· Vacunas inactivadas: el antígeno se inactiva por métodos físicos o químicos sin alterar la capacidad de provocar una respuesta protectora, la respuesta inmune puede ser menos potente que la generada por las vacunas a microorganismos vivos, por lo que requieren varias dosis, p.ej: vacunas contra poliomilelitis. Vacunas como la de la hepatitis B, se generan por procesos de ingeniería genética.
· Vacunas de subunidades, fracciones o antígenos purificados:
· Vacunas víricas con fragmentos (subunidades, subviriones) que son seleccionados a partir del agente infeccioso, p.ej: vacunas contra hepatitis A.
· Vacunas con toxoides: exotoxinas bacterianas de origen proteico que conservan antigenicidad y pierden toxicidad, p.ej: vacuna contra el tétanos.
· Vacunas que contienen componentes bacterianos: polisacáridos capsulares aislados o conjugados con una proteína transportadora que aumenta la inmunogenicidad, estimulan las células T colaboradoras y la formación de anticuerpos, pero son estimuladores débiles de la respuesta citotóxica, p.ej: vacuna contra neumococo.
Las vías más frecuentes de administración son la intramuscular y subcutánea. También pueden ser administradas por vía oral (p.ej: vacuna contra rotavirus). La vía intramuscular puede ser superficial o profunda. Esta última es utilizada especialmente en las que tienen adyuvantes, y es útil para atenuar las reacciones locales.
Las vacunas pueden presentarse como vacunas monovalentes (único antígeno) o combinadas (es decir, que contiene antígenos de diferentes microorganismos infecciosos o diferentes serotipos o serogrupos de un mismo agente.)
Todas las vacunas pueden tener fallos vacunales y no proteger al 100% de los individuos susceptibles. Para lograr una inmunización lo más efectiva posible deben seguirse las recomendaciones de dosis, intervalo interdosis, vía y técnica de administración de las vacunas. El adecuado transporte y conservación de las vacunas también son aspectos clave.
La intercambiabilidad entre vacunas deberá evaluarse caso a caso según cada fabricante y según recomendaciones de los organismos reguladores nacionales.
Bibliografía
· Word Heart Organization (WHO). Semana Mundial de la Inmunización. Who int. https://www.who.int/es/campaigns/world-immunization-week/2025
· Conceptos generales sobre vacunas. Departamento de Inmunizaciones. Comisión Honoraria para la Lucha Antituberculosa y Enfermedades Prevalentes (CHLA-EP). Disponible en: https://chlaep.org.uy/wp-content/uploads/2020/02/1-Conceptos-Generales-sobre-Vacunas.pdf
· Merino Moína M, Bravo Acuña J. Generalidades sobre vacunas: cosas prácticas. En: AEPap (ed.). Curso de Actualización Pediatría 2018. Madrid: Lúa Ediciones 3.0; 2018. p. 67-76.

                                    