Hay situaciones que no son deseadas, pero que pueden darse en cualquier momento, ya sea por una distracción o por un accidente. En cualquier caso, si tu perro ingirió un refresco, lo primero es mantener la calma y evaluar cuánto tomó y qué tipo de bebida era.
Los refrescos contienen grandes cantidades de azúcar, cafeína en algunos casos y aditivos que pueden irritar el estómago. Una pequeña cantidad suele no generar consecuencias graves, pero puede provocar vómitos, diarrea, inquietud o mucha sed.
La cafeína es el componente más preocupante: en dosis altas puede causar temblores, taquicardia y agitación.
Apenas notes la ingesta, retirá el acceso al refresco y dale agua fresca en pequeñas cantidades para evitar deshidratación o atracones. No intentes inducir el vómito por tu cuenta, ya que podría empeorar la situación.
Observá a tu perro durante las siguientes horas: si aparecen vómitos persistentes, diarrea intensa, jadeo exagerado, temblores o cambios en el comportamiento, es fundamental contactar al veterinario.
Si el refresco era light, la situación puede ser más riesgosa. Algunos utilizan xilitol, un endulzante que puede provocar hipoglucemia severa en pocos minutos. En ese caso, la consulta veterinaria debe ser urgente, incluso sin síntomas.
Ante cualquier duda, lo más seguro es buscar orientación profesional.
