Algunos lo aman. Otros no lo pueden ni ver ni oler. Pero lo cierto es que, en cualquier caso, el ajo puede ser un gran aliado a incluir en la dieta diaria.
El ajo es un ingrediente con grandes beneficios para la salud. Rico en compuestos sulfurados, como la alicina, posee propiedades antibacterianas, antivirales y antifúngicas, ayudando a fortalecer el sistema inmunológico y prevenir infecciones.
También, consumir ajo regularmente puede contribuir a la salud cardiovascular, ya que ayuda a reducir la presión arterial, el colesterol y mejora la circulación sanguínea.
Además, tiene efectos antioxidantes que protegen las células del daño causado por los radicales libres, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas.
¿Y sabías que el ajo también favorece la digestión? Porque estimula la producción de enzimas y combate bacterias dañinas en el intestino.
Como si fuera poco, también puede ser un aliado en la regulación del azúcar en sangre, lo que lo hace beneficioso para personas con riesgo de diabetes.
Como tip final, te contamos que para aprovechar al máximo sus propiedades, se recomienda consumirlo crudo o ligeramente cocido, ya que el calor excesivo puede reducir sus beneficios.