En verano nos ponemos creativos a la hora de refrescarnos. Y también tenemos más tiempo. Por eso, se nos da por hacer todo tipo de bebidas: jugos, licuados, aguas saborizadas e incluso tragos, además de consumir bien heladas aquellos líquidos de nuestra preferencia habitual. En cualquier caso, debemos tener presente una cosa: cuidar la cantidad de alcohol que ingerimos en el camino de refrescarnos.
Si bien disfrutar de una bebida con alcohol de forma ocasional puede ser parte de las celebraciones veraniegas, es importante hacerlo de manera responsable.
Por un lado, es importante recordar que el calor aumenta el riesgo de deshidratación, y el alcohol puede agravar este problema. Es fundamental mantenerse hidratado, alternando el consumo de alcohol con agua u otras bebidas sin alcohol.
En ese sentido, conocer y respetar los límites de consumo es esencial para evitar efectos negativos en la salud. Las pautas recomiendan un consumo moderado, especialmente en entornos calurosos.
¿Y qué pasa con el sol? El alcohol puede aumentar la sensibilidad al sol, lo que puede resultar en una mayor probabilidad de quemaduras solares o deshidratación. Es importante aplicar protector solar y buscar sombra para reducir riesgos.
Finalmente, recordá que la cantidad tolerada de alcohol a la hora de conducir es cero. El verano suele incluir viajes y celebraciones, por lo que es crucial no conducir bajo los efectos del alcohol. Planificar con anticipación y designar a un conductor designado es esencial para la seguridad de todos.
