El 3 de marzo se conmemora el Día Mundial de las Malformaciones Congénitas. Son una de las principales causas de la carga mundial de morbilidad, en particular en países de bajos ingresos. En su mayoría son de causa idiopática, aunque otras tienen base genética o ambiental. En el presente artículo se comentan características generales de las malformaciones congénitas.
Introducción
Las malformaciones o trastornos congénitos se definen como anomalías estructurales o funcionales que ocurren durante la vida intrauterina, pudiendo identificarse antes o durante el nacimiento, o más adelante en la vida. Se estima que el 6% de los bebés en todo el mundo nacen con un trastorno congénito, lo que provoca cientos de miles de muertes asociadas. Sin embargo, el número real de casos puede ser mucho mayor porque las estadísticas no suelen considerar los embarazos interrumpidos y las muertes neonatales.
Las malformaciones congénitas son responsables de una de cada 4 a 5 muertes en niños menores de 1 año, siendo la primera causa de mortalidad infantil junto a la prematurez, que además con frecuencia es causada por las malformaciones.
Las malformaciones congénitas se clasifican como mayores o menores. Las mayores son aquellas que requieren de cirugía para su corrección, implican secuelas estéticas severas o representan un riesgo vital; mientras que las menores no cumplen con estas características ni alteran la calidad o esperanza de vida del paciente.
Algunos trastornos congénitos se pueden prevenir mediante pruebas de detección, vacunación, enriquecimiento de alimentos básicos con nutrientes como ácido fólico y yodo, entre otros métodos.
Patogenia
Aproximadamente el 50% de las malformaciones congénitas son de causa idiopática. Sin embargo, las causas conocidas incluyen alteraciones genéticas como defectos de un solo gen, trastornos cromosómicos y herencia multifactorial; o teratógenos ambientales y deficiencias nutricionales.
Entre los factores de riesgo se describe la consanguinidad de la madre y padre que aumenta el riesgo de anomalías congénitas y casi duplica el riesgo de muerte neonatal y en la primera infancia, discapacidad intelectual y otras afecciones de salud. La edad materna avanzada también aumenta el riesgo de sufrir anomalías cromosómicas. Los hijos de madres diabéticas tienen de 2 a 4 veces más riesgo, el cual está inversamente relacionado con el control glicémico materno, particularmente en el período periconcepcional (por hiperglucosilación de proteínas, hipoxia crónica, poliglobulia y acidosis láctica).
La embriogénesis es un proceso complejo que necesita ser regulado por vías de señalización específicas. Recientemente se ha planteado que el equilibrio entre la producción de especies reactivas del oxígeno (ROS) y la concentración de antioxidantes son esenciales para el desarrollo fetal normal y la organogénesis. Durante la gestación aumenta el estrés oxidativo de forma fisiológica, como consecuencia de una producción aumentada de aniones superóxido debido a la producción mitocondrial de peróxidos lipídicos y radicales libres en la placenta. Un desequilibrio a favor del estrés oxidativo alteraría la homeostasis de los embriones necesaria para el crecimiento y la función normales, promoviendo la dismorfogénesis, teratogénesis.
Perspectivas terapéuticas
El diagnóstico precoz de cualquier defecto congénito es clave. Algunas malformaciones son pasibles de tratamiento quirúrgico y otras son de tratamiento médico curativo o paliativo. En nuestro medio se realiza una pesquisa neonatal obligatoria de hipotiroidismo congénito, fenilcetonuria, hiperplasia suprarrenal congénita, fibrosis quística y detección de 24 enfermedades del metabolismo de los aminoácidos, acidemias orgánicas y defectos de la beta oxidación de ácidos grasos.
Como se mencionó previamente, el estrés oxidativo parece tener un rol clave en el desarrollo de malformaciones congénitas. Distintos antioxidantes como menadiona, idebenona, coenzima Q0 y coenzima Q1, riboflavina y tiamina podrían ser tratamientos que mantengan la homeostasis redox, pero se requiere de más estudios para establecer si estos fármacos podrían ser potenciales blancos terapéuticos para prevenir las malformaciones.
Situación en Uruguay
En el año 2014 en nuestro país se creó el Centro Nacional de Referencia en Defectos Congénitos y Enfermedades Raras (CRENADECER), que está abocado al abordaje de las necesidades de las personas que padecen enfermedades raras, con foco en la vigilancia, prevención, diagnóstico, tratamiento, rehabilitación y educación.
En el centro se atiende a los cuidados paliativos de los niños que padecen enfermedades raras, se otorgan prestaciones específicas como la cirugía fetal intrauterina, así como también tratamientos farmacológicos para la esclerosis múltiple, la hemofilia A, la espondiloartritis, la artritis idiopática juvenil, la fibrosis quística y atrofia muscular espinal (AME), y se ofrecen también terapias de reemplazo enzimático para enfermedades lisosomales como Gaucher, Fabry y Hunter (Mucopolisacaridosis II).
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