Los músculos son tejidos fundamentales del cuerpo humano, responsables del movimiento y muchas funciones vitales. Están compuestos principalmente por fibras musculares, que a su vez están formadas por proteínas especializadas como la actina y la miosina. Estas proteínas interactúan entre sí para generar la contracción muscular, permitiendo el movimiento.
Cada músculo se compone de miles de fibras musculares, organizadas en fascículos o grupos de fibras, envueltas en un tejido conectivo llamado fascia. Dentro de cada fibra muscular se encuentran las miofibrillas, estructuras largas y delgadas que contienen las proteínas contráctiles y que son responsables del acortamiento y estiramiento del músculo. Estas miofibrillas están organizadas en unidades más pequeñas llamadas sarcómeros, que son las unidades funcionales básicas del músculo esquelético.
Además de las fibras musculares y proteínas, los músculos también están compuestos por una red de vasos sanguíneos y nervios. Los vasos sanguíneos proporcionan el oxígeno y los nutrientes necesarios para que las células musculares puedan funcionar correctamente, mientras que los nervios envían señales desde el cerebro para controlar el movimiento.
Los músculos requieren energía para funcionar, que proviene principalmente del ATP (adenosín trifosfato), una molécula que se genera a través de la metabolización de nutrientes como la glucosa y las grasas. Cuando se realiza un esfuerzo físico, el cuerpo utiliza estas reservas de energía para permitir la contracción y relajación muscular.
