El hacerse estudios y análisis forma parte de las tan importantes tareas de prevención si se trata de cuidar nuestra salud. Ya sea para descartar enfermedades o para acercarse a una diagnóstico, son varias las técnicas a las que probablemente nos sometamos a lo largo de la vida. Una de ellas, por ejemplo, puede ser la resonancia magnética. Y para algunos puede ser especialmente desafiante.
En ese sentido, el Hospital General de Singapur divulgó recientemente una de sus estadísticas al respecto: 4 de cada 100 pacientes no son capaces de aguantar hasta que concluye el estudio de resonancia magnética porque sienten claustrofobia (miedo a los espacios cerrados).
Y es que el estudio implica acostarse en una camilla que es introducida en el interior de una máquina que ofrece un espacio estrecho y movilidad limitada: y como si fuera poco, se debe permanecer allí, con un sonido fuerte circundante, durante unos 40 minutos.
¿Qué hacer al respecto, entonces? ¿Cómo afrontar esta situación si el examen y su resultado son realmente importantes para prevenir, atender a tiempo o diagnosticar?
En diálogo con el sitio Redacción Médica, Lee Weiling, jefa de Radiología en el Hospital General de Singapur, explicó que una de las técnicas que utilizan y promueven es ofrecer una distracción, como puede ser música o materiales audiovisuales como películas.
Otras opciones pueden ser pedir para “explorar” el escáner antes de entrar de forma definitiva, lo que permitirá irse preparando sabiendo cómo es el lugar.
Otra solución puede ser «permitir» que se tapen los ojos durante la prueba o «utilizar un espejo para que el paciente pueda ver el exterior durante la exploración», añade la radióloga.
Fuente: Redacción Médica / Portal Salud
