InicioSalud para todos¿Por qué es importante consumir lácteos en nuestra dieta diaria?

¿Por qué es importante consumir lácteos en nuestra dieta diaria?

Los beneficios de la leche y sus derivados van más allá de la adecuada salud ósea. Su consumo está asociado con una mejor calidad de dieta y un menor riesgo de enfermedades no transmisibles, debido a que estos alimentos tienen compuestos biológicamente activos, proteínas con potencial bioactivo y calcio de rico contenido.

A continuación, repasamos algunos de los párrafos del artículo que escribió la Lic. Paula Moliterno para la revista Hola Salud.

Los lácteos constituyen alimentos complejos de calidad nutricional insustituible, cuyas ventajas se asocian a la biofuncionalidad de la suma de nutrientes.

Aquellas personas que habitualmente consumen lácteos, en general, adoptan comportamientos más saludables que trascienden a la alimentación y benefician a la salud. 

Es por eso que la inclusión de lácteos en la alimentación habitual constituye un verdadero marcador de calidad de dieta, cubriendo necesidades nutricionales que de otra forma sería más difícil alcanzar. 

Desde los orígenes de la domesticación de animales, el hombre ha sabido aprovechar las ventajas nutricionales de consumir leche. La introducción de este alimento -cuya definición comprende el fluido biológico secretado naturalmente por las hembras de los mamíferos- se volvió una práctica corriente cuando se dieron las circunstancias para que las pequeñas comunidades permanecieran en un lugar fijo. 

Eso permitió que la leche se transformara en un alimento confiable y una fuente de proteínas más disponible que la carne, que además se podía consumir en todas las etapas de la vida. 

Con un aporte por taza de 138 calorías y 7.8 g de proteínas de alta calidad biológica, desde un punto de vista fisicoquímico, la leche constituye una mezcla compleja de diferentes sustancias: caseínas, albúminas, lactosa, grasa, vitaminas y sales, entre otros. 

A su vez estos componentes pueden variar considerablemente entre distintas razas de vacas, en especial el contenido de grasas. El aporte de grasa láctea constituye no solo una fuente de energía, sino también un medio importante para el transporte de vitaminas liposolubles y pigmentos, que otorgan el color amarillento característico de la leche entera con su efecto real sobre la salud cuando se lo consume como alimento. 

Luego del primer año de vida, el calcio lácteo constituye la principal fuente de calcio de la dieta. Cada taza de leche aporta 300 mg de calcio, contenido que es similar en leches enteras y descremadas. 

Un elemento clave del calcio lácteo es su alta biodisponibilidad (o eficiencia global con la que se absorbe), que puede verse afectada por distintos factores. Entre quienes la favorecen se encuentran la lactosa de la leche, la vitamina D, ciertos péptidos, fructooligosacáridos y prebióticos; todos componentes que mejorarían la solubilidad del calcio favoreciendo su absorción. Por el contrario, el ácido oxálico y el ácido fítico disminuyen la biodisponibilidad y están presentes en vegetales como espinaca, acelga, hojas de remolacha y ciertos cereales. 

Es por esto que, idealmente, sería prudente que quienes deciden llevar adelante su alimentación excluyendo el consumo de lácteos, maximizaran la incorporación de otras fuentes naturales de calcio en cantidad adecuada y ajusten el contenido de proteínas y sodio de su dieta para incrementar la masa ósea. 

Siempre es recomendable la consulta con un profesional de la nutrición para orientación y supervisión de la dieta global de acuerdo a las necesidades y actividades de cada uno.

Los beneficios de su consumo 

Ante la elevada prevalencia de enfermedades relacionadas con la dieta y el estilo de vida, el interés por determinar qué patrones de alimentación se relacionan desde una perspectiva epidemiológica con menor o mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, es creciente. 

En este sentido, la revisión científica llevada a cabo por el Comité Asesor para la elaboración de las Guías Alimentarias para la población americana determinó que un patrón de alimentación saludable -es decir aquel estilo de alimentación que se asocia con un mejor estado de salud- incluye la ingestión regular de lácteos. 

Los mecanismos por los cuales los productos lácteos tendrían un efecto protector sobre el riesgo cardiovascular son múltiples, y se atribuyen a algunos componentes naturales como el calcio, proteínas del suero y proteínas lácteas, así como ciertos ácidos grasos.

 Las consecuencias que más se asocian a la exclusión de los lácteos de la dieta se manifiestan sobre el compromiso de la salud ósea. 

Los efectos positivos sobre el esqueleto parecen iniciarse durante la etapa fetal: un estudio mostró que el mayor consumo de lácteos en mujeres cursando la semana 28 de gestación predijo significativamente la masa ósea total y contenido mineral óseo de los niños a los seis años. 

Durante la niñez, el mantener el consumo de lácteos contribuye al crecimiento lineal del esqueleto y reduce el riesgo de fractura en la adultez. 

Tenemos incorporados estos alimentos desde la infancia, son apetecibles y tienen una altísima composición nutricional. 

Por lo que siempre que no existan contraindicaciones, la inclusión diaria de la leche y sus derivados mejora el perfil global de la alimentación, resultado muy favorable para la salud en general.

Fuente: Hola Salud / Portal Salud

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