En las últimas horas ingresó oficialmente la primavera en el hemisferio sur. Entre otras cosas, esta época es conocida como la estación de las alergias. Pero, ¿por qué? ¿a qué responde ese fenómeno?
Esto se debe esencialmente al aumento significativo en la producción de polen, principalmente de árboles, plantas y pastos. Durante esta época del año, las plantas liberan polen al aire para fertilizar otras plantas, un proceso que coincide con el florecimiento de la vegetación. Es precisamente este polen el que es uno de los principales desencadenantes de las alergias estacionales, conocidas como rinitis alérgica.
Cuando las personas sensibles al polen lo inhalan, su sistema inmunológico lo identifica erróneamente como una amenaza y reacciona liberando histamina y otras sustancias químicas, lo que provoca síntomas como estornudos, congestión nasal, picazón en los ojos, nariz y garganta, así como lagrimeo y malestar general.
Estos síntomas pueden afectar la calidad de vida de quienes padecen alergias, especialmente en días de alta concentración de polen, que suelen coincidir con días soleados y ventosos.
El clima también desempeña un papel crucial en las alergias de primavera. El viento transporta el polen a grandes distancias, lo que hace que sea más fácil inhalarlo. Además, la lluvia, aunque momentáneamente limpia el aire, promueve un crecimiento mayor de plantas y, por tanto, más polen. Factores como la contaminación ambiental también pueden agravar los síntomas al irritar aún más el sistema respiratorio.
Por estas razones, la primavera es una de las estaciones más problemáticas para quienes sufren de alergias, ya que el polen se convierte en un invasor constante del aire.
