Seguro alguna vez te pasó que se está por largar a llover, el día está muy, muy húmedo, y te empiezan a doler los huesos o las articulaciones. Y pensás: “Seguro va a llover”. Y luego, ¡llueve! ¿Cuál es la relación que conecta estos puntos?
Cuando el tiempo cambia y se acerca la lluvia, muchas personas experimentan dolores en los huesos y las articulaciones. Este fenómeno, comúnmente conocido como «dolor meteorológico», puede atribuirse a varios factores.
Uno de los principales factores es el cambio en la presión atmosférica. Durante los días lluviosos, la presión barométrica tiende a disminuir, lo que puede afectar los tejidos sensibles alrededor de las articulaciones. Esto puede causar que los tejidos se expandan ligeramente, ejerciendo presión sobre los nervios y provocando sensaciones de dolor o incomodidad.
Además, la humedad atmosférica puede influir en la lubricación de las articulaciones. Cuando el aire está más húmedo, es posible que las articulaciones no se lubriquen adecuadamente, lo que puede aumentar la fricción y el dolor durante el movimiento.
Otro factor importante es el cambio en la temperatura. Las bajas temperaturas asociadas con la lluvia pueden provocar que los músculos y tejidos circundantes se contraigan, lo que puede aumentar la rigidez y la sensación de dolor en las articulaciones.
Además de estos factores físicos, el dolor meteorológico también puede estar influenciado por el estado de ánimo y el bienestar emocional. Los cambios en el clima pueden afectar el estado de ánimo de algunas personas, lo que a su vez puede influir en su percepción del dolor.
