La caída del cabello es uno de los efectos secundarios más temidos de la quimioterapia, un tratamiento que, aunque efectivo contra el cáncer, afecta también a células sanas de rápido crecimiento como los folículos pilosos. Las gorras de frío, o gorros refrigerantes, han surgido como una solución para mitigar este efecto secundario, ofreciendo a los pacientes una forma de conservar su cabello durante el tratamiento. Vamos a ver cómo funcionan.
Las gorras de frío funcionan mediante un proceso conocido como enfriamiento del cuero cabelludo. Estas gorras, que se colocan en la cabeza antes, durante y después de la quimioterapia, contienen un gel refrigerante o están conectadas a un sistema de enfriamiento.
Al enfriar el cuero cabelludo, se constriñen los vasos sanguíneos de esta área, lo que reduce el flujo sanguíneo y, por ende, la cantidad de fármacos quimioterápicos que llegan a los folículos pilosos. Esta reducción en la exposición a los fármacos ayuda a proteger los folículos y disminuye la probabilidad de que el cabello se caiga.
Además, el enfriamiento del cuero cabelludo ralentiza la actividad metabólica de las células del folículo piloso, haciéndolas menos susceptibles a los efectos dañinos de la quimioterapia. Al disminuir la tasa de división celular, se reduce el impacto de los agentes quimioterápicos en estas células, que normalmente son muy activas y, por lo tanto, más vulnerables al tratamiento.
El uso de gorras de frío no está exento de desafíos. Algunos pacientes pueden experimentar molestias debido al frío intenso, y no todos los tipos de quimioterapia son compatibles con este método. Además, la efectividad puede variar dependiendo del tipo de cáncer y el régimen específico de quimioterapia. Sin embargo, muchos pacientes encuentran que los beneficios de conservar su cabello superan las posibles incomodidades.
